miércoles, 5 de julio de 2017

Recompensas humildes

Las largas esperas traen humildes recompensas.

Al igual que el arte en la propaganda, uno hace de su mejor escaparate una cortina de humo; de esas que se airean rápidamente. Quizás por ello no solemos justificar nuestros escapismos, ni tampoco solemos justificar nuestros retornos. Nos esperan.

Hay un espacio entre los hábitos del corazón y lo que se esconde detrás de nuestro cigarrillo, se llama duda. Y no somos lo suficientemente fuertes para estar bien, sonreír y responder a preguntas difíciles. No cabe tanta ansiedad en un pecho débil que no soporta los latidos de la aventura.

Serán los misterios de las bonitas sonrisas lo que nos lleva a los precipicios de las bocas más ansiosas. Si.

- Somos dos anónimos-