martes, 18 de agosto de 2015

Sábado.

Ni Nacho Vegas puede explicar lo que ocurrió.
Nos quemamos una vez más delante de la muchedumbre.
Lo que empezó en el silenció continuó en el terror. Y al encender nuestros cigarrillos nos comenzamos a torturar.
De nuevo una guerra del destape; tu aparición en escena fue estelar.
Esa noche hicimos de la palabra muda un nuevo escaparate.
Una vez más, nuestras almas no conocen el reposo, vida mía.
Pero ya conocemos las reglas; esto se trata de matar o morir.

viernes, 13 de marzo de 2015

Tú inconformidad.

Has vuelto a las andadas. Sabes que no hay vuelta atrás.
Tus deseos ahora son salir corriendo, pero hacia dentro. Cargas tu pistola y no es para acabar con el mundo. Sino contigo. Dispara. Sabes que no eres capaz y desistes. '¿Dónde me deje la valentía?' te preguntas. No sabes cuál es la respuesta. Esta en tu corazón y lo tengo yo.
Sales de noche. Pitillo en la boca y manos en los bolsillos. Hombros demasiado caídos como para permitirse la esperanza de encontrarte. Te acuerdas de mi. Estoy cerca. Miras a tu alrededor. Una única idea azota tu mente '¿Y si voy?'. 

No vas. Te quedas atrapado en tus bolsillos. Vuelves a casa. Un mensaje. No soy yo. Es ella y piensas: '¿Qué coño quiere ahora?'. Vuelves a coger la pistola. Esta vez cargada. Ella recibe un 'Estoy haciendo un trabajo'. Ella se conforma, pero tú no. Quieres más. Me quieres a mi. El ser humano esta hecho para el exceso.

Te besan y te abrazan. Te animas. Comienzas a descender. Quieres bailar pero te dicen que no. Esta noche no. '¿Realmente es esto lo que quiero?'. Me vuelves a recordar. Odias los límites, pero más a quién te los pone. Hoy te los pones tú. Te odias. Me recuerdas. Coges el teléfono. Miras mis movimientos. '¡Mierda!'. Lo has vuelto hacer. 

Otra vez en sus brazos. No estas a gusto. Comienzas a hablar. Ella no interrumpe. Te mira. No entiende nada y sonríe. Te das cuentas. No hay palabras. Te callas y recuerdas las mías. Decides besarme. Cierras los ojos y lo intentas con ella. Te has perdido y no ha sido en sus labios. Te quedas en el limbo. Disfrutas de mi recuerdo hasta que te interrumpen. 'No me muerdas el labio'. Abres los ojos. Miras al techo. Ya te has dado cuenta. No me has encontrado. Coges teléfono, las llaves, el tabaco y tu abrigo. 'Mañana madrugo'. Te has ido.

Suena mi teléfono. Eres tú.






domingo, 22 de febrero de 2015

Quizás solo nos diferencie el destiempo

Atentar con la solución es suicidarse primero con las preguntas; y las preguntas que siempre desata la sorpresa de encontrarme en tus canciones nunca son lo suficientemente aclaratorias como la pregunta que siempre viene después "¿A él le pasa lo mismo qué a mi?" Porque me mata la curiosidad de saber que yo también te robo las canciones, los restaurantes, el cine y demás artes, las costumbres, las palabras y hasta los pasos.
Si caminar consiste en dar un paso delante de otro, tú eres el que a veces va después dejándome sin camino, como si me robaran el asfalto o peor aún, los pasos que ya he dado. 
Me siento a la sombra de un sol que brilla con mi luz. 
Me siento en la silla del restaurante al que tu vas los días de lluvia,y yo iba en los días más soleados de mi infancia.
Descubro qué encuentras nuestra canción después de que ya me la supiese de memoria.
Descubro que te comienzas a quitar los miedos que a mi ya se me quedaron pequeños.
Manifiestas a flor de piel el cine que a mi ya me deja de erizar.
Manifiestas los residuos culturales que ya  fueron mis obras de arte.
Me sorprende oirte decir en voz alta mis pensamientos más silenciosos.
Me sorprende que acostumbres mis tradiciones.
Me encanta que descubras hoy lo que yo enterré ayer.
Pero sobretodo me encanta que te pierdas en sur de mi cuerpo cuando yo pierdo el norte.
"¿A él le pasa lo mismo que a mi?"

Cuando intento entender lo que nos ocurre las palabras de mi cabeza se amontonan y quieren escapar todas al mismo tiempo, provocando tal desorden que me acaba encontrando el desánimo y dejo de intentarlo.
Pero es inútil abandonar porque siempre me acabas encontrando de nuevo y el desorden vuelve. 
Y ahí es cuando me doy cuenta de lo poco que me gusta el orden sino tengo quién me lo desarme. 
Qué es como decirte para qué quiero yo las cosquillas sino tengo quien me las encuentre.
Porque, a pesar de pistas y trampas, de nada me sirve esconder el tesoro sino lo encuentras.