domingo, 22 de febrero de 2015

Quizás solo nos diferencie el destiempo

Atentar con la solución es suicidarse primero con las preguntas; y las preguntas que siempre desata la sorpresa de encontrarme en tus canciones nunca son lo suficientemente aclaratorias como la pregunta que siempre viene después "¿A él le pasa lo mismo qué a mi?" Porque me mata la curiosidad de saber que yo también te robo las canciones, los restaurantes, el cine y demás artes, las costumbres, las palabras y hasta los pasos.
Si caminar consiste en dar un paso delante de otro, tú eres el que a veces va después dejándome sin camino, como si me robaran el asfalto o peor aún, los pasos que ya he dado. 
Me siento a la sombra de un sol que brilla con mi luz. 
Me siento en la silla del restaurante al que tu vas los días de lluvia,y yo iba en los días más soleados de mi infancia.
Descubro qué encuentras nuestra canción después de que ya me la supiese de memoria.
Descubro que te comienzas a quitar los miedos que a mi ya se me quedaron pequeños.
Manifiestas a flor de piel el cine que a mi ya me deja de erizar.
Manifiestas los residuos culturales que ya  fueron mis obras de arte.
Me sorprende oirte decir en voz alta mis pensamientos más silenciosos.
Me sorprende que acostumbres mis tradiciones.
Me encanta que descubras hoy lo que yo enterré ayer.
Pero sobretodo me encanta que te pierdas en sur de mi cuerpo cuando yo pierdo el norte.
"¿A él le pasa lo mismo que a mi?"

Cuando intento entender lo que nos ocurre las palabras de mi cabeza se amontonan y quieren escapar todas al mismo tiempo, provocando tal desorden que me acaba encontrando el desánimo y dejo de intentarlo.
Pero es inútil abandonar porque siempre me acabas encontrando de nuevo y el desorden vuelve. 
Y ahí es cuando me doy cuenta de lo poco que me gusta el orden sino tengo quién me lo desarme. 
Qué es como decirte para qué quiero yo las cosquillas sino tengo quien me las encuentre.
Porque, a pesar de pistas y trampas, de nada me sirve esconder el tesoro sino lo encuentras.